NOTICIAS

La rehabilitación vestibular se basa en estimular el desarrollo de mecanismos que compensan o corrigen las aciones de la orientación espacial y del equilibrio producidas por lesiones vestibulares periféricas permanentes o estables, mejorando así la calidad de vida de los pacientes. 

El control de nuestra posición se obtiene a través de las referencias con respecto al ambiente que nos rodea. Para ello, los receptores de los sistemas encargados del control de nuestro equilibrio nos informan de cuál es la postura de nuestra cabeza y cuerpo en relación a los elementos a nuestro alrededor. La información proporcionada por el sistema somatosensorial, visual y vestibular se integra y analiza a nivel del sistema nervioso central. La incongruencia entre las informaciones recibidas es la responsable de las manifestaciones clínicas que padecemos, en el caso de la afectación de al menos uno de estos sistemas de información. De esta forma en ocasiones, se puede manifestar como crisis de vértigo, inestabilidad, desequilibrio, visión borrosa, etc.  La función de integración de la información en los casos de patología en alguno de estos sistemas, permite al cerebro desarrollar mecanismos de compensación y reparación para limitar las incoherencias entre los mensajes recibidos. Estos hechos se producen ante pérdidas de función de los órganos involucrados en el control, o en circunstancias de conflicto entre las informaciones recibidas (viaje en barco, movimiento de nuestro entorno, deprivación de información visual).

La compensación vestibular puede desarrollarse de forma espontánea  (p.e., pacientes con lesiones vestibulares unilaterales) y también mediante la generación de estímulos provocados que incentiven su incremento (p.e., rehabilitación vestibular).

En pacientes con lesiones vestibulares, se produce una contradicción entre las informaciones que el cerebro recibe del oído interno ado, frente a los datos aportados por el sistema propioceptivo y visual. Estas incongruencias se ponen de manifiesto en situaciones de movimientos cefálicos u oculares, manifestándose clínicamente en forma de desorientación espacial, inestabilidad, desequilibrio, vértigo, etc. La repetición controlada y entrenada del conflicto sensorial estimula el desarrollo de mecanismos cerebrales de adaptación y reaprendizaje que recalibran la información vestibular, haciéndola congruente con los sistemas visual y somatosensorial.

Estos movimientos de la cabeza, los ojos y el cuerpo se enmarcan dentro de programas instrumentales de rehabilitación vestibular y del equilibrio, tratamiento que ofrece múltiples opciones dependiendo de cada caso en particular para que la recuperación sea rápida y completa, siendo importante iniciarla lo antes posible.